Esta semana abandono de momento el mundo de la conspiración alienígena y me adentro de nuevo en otro no menos apasionante, que poco a poco va revolucionando, y que cambiará, nuestra forma de entender el mundo. La física cuántica nos ha dado la semana pasada dos artículos muy interesantes elaborados por científicos de primer nivel y que ponen en duda los paradigmas sobre los que se basa el pensamiento humano, en especial el científico. Lo más curioso es que, sin ser consciente de que dichos estudios se llevaban a cabo, sus conclusiones y lo que se intuye a raíz de ellos van demostrando de forma científica que mi forma de entender ciertos fenómenos parecen ser más correctos de lo que se podría pensar. Cuando utilizamos la lógica sin prejuicios y/o dogmas de ninguna clase, se puede errar cierto, pero muy probablemente no estemos muy desviados del camino correcto. Mí suposición de que la conciencia, de que el ser humano y en definitiva lo que somos, no es algo físico indisoluble del cuerpo sino más bien una codificación energética cuántica anclada a las neuronas... la física cuántica la va revelando como verdadera.
Esta semana hablaré del primero de ellos, en el cual parece apuntalarse la teoría de que vivimos en un mundo más parecido al que relata la película Matrix de lo que creemos. Para quienes no la hayáis visto, en este film de las Hermanas Wachowski y protagonizada por Keanu Reeves, los humanos viven en una fantasía virtual, ajenos a un mundo real mucho más lóbrego. Ya hace unos cuantos años que desde el mundo académico se va lanzando la idea que la realidad que nosotros percibimos no es tal, pues es muy subjetiva al estar fabricada por nuestro cerebro. Todo lo que vemos, oímos, olemos, tocamos... es fruto de una interpretación de nuestra mente, una aproximación más o menos acertada de la realidad pero que no es la verdad absoluta. Os pondré una serie de ejemplos para que veáis a que me refiero.
Por ejemplo el sentido del tacto es una mera fantasía pues en verdad, y literalmente, jamás llegamos a tocar ningún objeto. Ni cuando acariciamos a un ser querido, cogemos un vaso o pulsamos una tecla del ordenador como estoy haciendo en estos momentos. Como todos sabéis estamos formados por átomos que a su vez contienen electrones, pues bien, dos átomos jamás pueden entrar en contacto pues la repulsión de sus respectivos electrones tiene tal fuerza que es imposible superarla. Así que cuando tocamos con el dedo, por ejemplo un botón del ascensor, no entramos en contacto con él objeto, el último átomo de nuestro dedo y el primero de la tecla siempre se quedarán a una distancia, extremadamente pequeña sí, pero nunca será cero. ¡Pero el botón se mueve! - me diréis algunos, cierto, pero lo hace por la presión de repulsión (como cuando juntamos dos imanes positivos), no porque lo toquemos.
Algo más evidente de lo que estoy diciendo es la percepción de los colores. Si os pregunto ¿De qué color es la bandera de China? Roja, por supuesto - me contestaréis la mayoría de vosotros... ¿Seguro? Para un daltónico es verde... ¿Es menos cierto? No, no lo es, su percepción es tan real como la nuestra, la cual no tiene por qué ser la verdadera. Muchos diréis que el daltonismo es una enfermedad y que ellos son los que ven las cosas de forma errónea, pero... ¿Y si el daltonismo se expandiera y afectara a toda la humanidad? ¿Acaso lo que hoy tenemos por cierto que es rojo no sería verde en ese caso y esa sería la verdad en vez de la actual? Incluso hay personas que ven el mundo en forma de líneas y de energía, sin colores, sin matices... por no decir cómo interpreta "la realidad" un halcón, un murciélago o un gato... vivimos rodeados de personas que en verdad están viendo un mundo diferente a como lo vemos nosotros. Quizás vosotros y yo estemos viendo un mismo paisaje, con los mismos colores pero cada uno lo perciba con una luminosidad diferente... O un caso mucho más profano y evidente: Las lentejas ¿Están buenas o malas? Depende ¿no? Habrá personas que le encantarán, otras que ni fu ni fa y están las que las odian, y todos tienen razón. Espero que con estos ejemplos empecéis a comprender que lo real es muy subjetivo.
Esta misma pregunta es la que se está haciendo muchos científicos y filósofos: ¿Cuál es la verdad auténtica de lo que nos rodea? El profesor de filosofía de Oxford Nick Bostrom fue el primero en planteárselo a nivel científico en su "hipótesis de la simulación", en la que al igual que en Matrix o como si fuésemos los personajes de cualquier juego de ordenador, nuestra vida es un mero videojuego. Esta forma de pensamiento no es novedosa pues está presente en muchas tradiciones filosóficas y religiosas desde hace miles de años, sobre todo en la orientales como la budista, la hindú o la taoísta. Para ellos el mundo de los cinco sentidos humanos es irreal y parece que la mecánica cuántica les empieza a dar la razón. Pero no se va en esta dirección sólo desde el mundo filosófico, los físicos cuánticos también apuntan en esta dirección.
Entonces, ¿qué es lo real? - os preguntaréis. Sin duda el mundo auténtico es el que se deriva del origen de todas las cosas. Desde mi punto de vista nuestra vida diaria es un mero reflejo del mundo subatómico. La verdadera realidad es la de los átomos, la de las partículas subatómicas, como en el mito de la caverna de Platón, nosotros solo vemos sombras reflejadas en una pared. Lo que percibimos es un envoltorio y no lo real, al igual que en nuestra casa vemos una imagen superficial muy pobre de lo que esconde: Cemento, ladrillos, cámaras de aire, tuberías, cables eléctricos, barras de acero... Las propiedades de nuestra casa: resistente, fresca, calurosa, sin ruidos, con ellos... no son una propiedad intrínseca de la casa si no de la suma de propiedades de los materiales de las que está hecha. En el ser humano ocurre lo mismo, somos un reflejo de nuestro interior. Quizás incluso yo me esté quedando corto, pues empieza a emerger en mi mente la idea de que la verdad primigenia incluso vaya más allá de los átomos y de las partículas que los componen, pues en el principio del todo, eso que se conoce como Big Bang, estaba la energía cuántica y la luz.
¿Por qué es tan importante saber que es lo real? Muchos pensaréis que en nada nos afecta, que lo importante es "lo que se puede tocar" y el resto una mera discusión filosófica. Yo no lo veo así, es más, pienso absolutamente lo contrario: es primordial. Conocer la realidad auténtica, las propiedades de lo verdadero es conocer los límites y capacidades de nosotros mismos. Si lo real es lo energético y nosotros surgimos de esa energía, de esos átomos lo que somos, nuestros problemas, capacidades, defectos y virtudes emanarán de ahí. Estoy convencido que el ser humano tiene muchas más capacidades de las que muestra y que están castradas por el desconocimiento de lo que somos, y lo creo no porque crea en la magia o en lo paranormal, sino porque esas capacidades están presentes en los átomos y por tanto en nuestro mundo humano se deben poder manifestar de un modo u otro. Ese conocimiento de nosotros mismos es fundamental para dar el siguiente y quizás definitivo salto evolutivo del ser humano que revolucionará y cambiará por completo nuestro pensamiento y nuestra civilización. Uno de los más claros ejemplos de lo que hablo lo veremos en el siguiente artículo, en el que la cuántica parece estar al borde de demostrar que hay vida más allá de la muerte.
Entonces, ¿qué es lo real? - os preguntaréis. Sin duda el mundo auténtico es el que se deriva del origen de todas las cosas. Desde mi punto de vista nuestra vida diaria es un mero reflejo del mundo subatómico. La verdadera realidad es la de los átomos, la de las partículas subatómicas, como en el mito de la caverna de Platón, nosotros solo vemos sombras reflejadas en una pared. Lo que percibimos es un envoltorio y no lo real, al igual que en nuestra casa vemos una imagen superficial muy pobre de lo que esconde: Cemento, ladrillos, cámaras de aire, tuberías, cables eléctricos, barras de acero... Las propiedades de nuestra casa: resistente, fresca, calurosa, sin ruidos, con ellos... no son una propiedad intrínseca de la casa si no de la suma de propiedades de los materiales de las que está hecha. En el ser humano ocurre lo mismo, somos un reflejo de nuestro interior. Quizás incluso yo me esté quedando corto, pues empieza a emerger en mi mente la idea de que la verdad primigenia incluso vaya más allá de los átomos y de las partículas que los componen, pues en el principio del todo, eso que se conoce como Big Bang, estaba la energía cuántica y la luz.
¿Por qué es tan importante saber que es lo real? Muchos pensaréis que en nada nos afecta, que lo importante es "lo que se puede tocar" y el resto una mera discusión filosófica. Yo no lo veo así, es más, pienso absolutamente lo contrario: es primordial. Conocer la realidad auténtica, las propiedades de lo verdadero es conocer los límites y capacidades de nosotros mismos. Si lo real es lo energético y nosotros surgimos de esa energía, de esos átomos lo que somos, nuestros problemas, capacidades, defectos y virtudes emanarán de ahí. Estoy convencido que el ser humano tiene muchas más capacidades de las que muestra y que están castradas por el desconocimiento de lo que somos, y lo creo no porque crea en la magia o en lo paranormal, sino porque esas capacidades están presentes en los átomos y por tanto en nuestro mundo humano se deben poder manifestar de un modo u otro. Ese conocimiento de nosotros mismos es fundamental para dar el siguiente y quizás definitivo salto evolutivo del ser humano que revolucionará y cambiará por completo nuestro pensamiento y nuestra civilización. Uno de los más claros ejemplos de lo que hablo lo veremos en el siguiente artículo, en el que la cuántica parece estar al borde de demostrar que hay vida más allá de la muerte.
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