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sábado, 5 de septiembre de 2015

Terminator, ¿ficción?

 
 
Todos hemos visto la saga de "The Terminator" que inició James Cameron en 1984, donde una IA (inteligencia artificial) llamada Skynet, se hacía con el control del mundo y a través de sus robots asesinos llamados Terminator (uno de ellos encarnado por Arnold Schwarzenegger) trataba de eliminar a la humanidad. En la década de los 80 a todos nos sobrecogió e impactó este icono del cine de la ciencia ficción, pero lo veíamos muy lejano e irreal.
 
ASIMO en 1997

En aquellos años la robótica estaba en pañales y la tecnología muy lejos de ni tan siquiera acercarse a lo que Cameron visionaba para nuestro futuro. Los años fueron avanzando y la tecnología creciendo de forma exponencial a un ritmo vertiginoso. No tardamos mucho en ver al simpático ASIMO, fabricado por Honda en 1997 y que nos dejó boquiabiertos. Entonces empecé a entender que las "fábulas" de Asimov, Cameron... empezaban a no serlo tanto y que quizás, al igual que Julio Verne, habían sabido ver hacia dónde nos llevaba el futuro. Pero todos vimos sus limitaciones, hoy ASIMO ha evolucionado y la coordinación de sus movimientos, su robustez y capacidad de entendimiento es muy superior a aquel primer modelo. Hoy los robots están por todas partes y empiezan a hacerse dueños de nuestras vidas, al igual que la tecnología. Están los autómatas de las fábricas, bastante "simples" si los comparamos con los robots de exploración espacial como pueda ser la Mars Rover o el propio ASIMO.
 
 
A la mayoría de nosotros nos sorprendió ver los modelos japoneses que hacían de camareros o de azafatas. Yo al menos los miré en su día con curiosidad y con una cierta sonrisa pues aún la tecnología los hacía muy inferiores al ser humano. Los avances en la mecánica de estos robots  eran espectaculares, empezaron a  subir escaleras, a coger vasos con delicadeza... pero su software dejaba bastante que desear, su programación era muy básica. Por ello aún era incapaz de creerme el mundo apocalíptico que nos describía Terminator.
 
Cuando oí por primera vez de los drones militares un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Máquinas voladoras teledirigidas que disparaban misiles y realizaban ataques, solo pude pensar: Dios, esto empieza a dar miedo... pero el ser humano tiene la capacidad infinita para ponerse una venda en los ojos y no ver la realidad. Me auto convencí de que no pasaba nada: Son aviones no tripulados que  maneja un operador en remoto. La decisión final sigue dependiendo de un humano, tranquilo José, es lo mismo que un operario de tanque... Sí, lo sé, un pensamiento muy ingenuo, como si el hecho de que una persona controle un arma tan poderosa o su misma existencia, no fuera suficiente para alarmarse.
 
La señal de alarma y el motivo de este artículo fue mi mayúscula sorpresa al descubrir que las IA ya son una realidad y como no, la primera aplicación que quiere darle el ser humano a este avance es la militar. Con la inteligencia artificial se pretende dotar a las máquinas de auténtico pensamiento crítico y capacidad de decisión, que no sigan una programación estricta que no puedan saltarse, si no que sepan adaptarse y buscar soluciones a las situaciones a las que se puede enfrentar. El número de empresas robóticas militares están en aumento y se calcula que no menos de 76 países están desarrollando esta tecnología. Es cierto que todavía no hemos llegado a crear nada parecido a un Terminator o el ordenador que lo controla: Skynet, pero no nos engañemos, estamos en la antesala, a un solo "un minuto" de lograrlo.
 
Si no os lo podéis creer os daré unos ejemplos:
 
1-La empresa BAE Systems, con sede en Reino Unido, ha creado un avión supersónico llamado Taranis que es capaz de llevar misiones intercontinentales sin ser detectado por el radar. Este modelo es el primero en cruzar la línea de los drones, pues es prácticamente autónomo, estando más cerca de Terminator que de los aviones no tripulados.
 
2- El robot Atlas, diseñado por Boston Dinámics y financiado por DARPA, la Agencia estatal estadounidense para la Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa. Según la propia empresa: “Atlas puede caminar sobre los dos pies, lo que le deja los miembros superiores libres para levantar, transportar y manipular objetos. En terrenos muy abruptos, Atlas tiene la fuerza y la coordinación suficientes como para trepar utilizando las manos y los pies, abriéndose camino a través de espacios congestionados. Las manos, articuladas y con sensores, le permiten utilizar herramientas diseñadas para uso humano”.

Sabiendo sus capacidades y por quién está apoyado económicamente y supervisado... Me entendéis ¿verdad?
 
 
Los denominados Killer Robots (Robots asesinos) serán una realidad en menos de diez años y a nivel internacional el debate ya está abierto. Amnistía internacional, apoyada por muchas organizaciones y hasta 6 premios nobel han puesto el debate encima de la mesa con una campaña denominada Stop Killer Robots. Yo estoy con ellos, no se debe permitir la existencia de estos robots que de forma autónoma decidirán sobre la vida y la muerte de seres humanos sin supervisión alguna. ¿Cumplirán estas máquinas las convenciones de guerra? ¿Cómo distinguirán quién o qué es una amenaza? ¿Podrán evaluar correctamente todas las situaciones? ¿Entenderán los matices? Las respuestas creo que todos las conocemos.

Quizás no se llegue a ese extremo, el de tener Terminators en nuestros ejércitos, pero sin duda los emplearan como agentes de la ley. Policías autónomos que determinarán por sí mismos quién ha cometido un delito y con que contundencia reaccionar, cuando actuar o no en una manifestación, quién es o no una amenaza... Muchos científicos dudan que sean nunca capaces de analizar correctamente las situaciones y se plantean muchas dudas ¿Sabrán distinguir una pistola de juguete en manos de un niño de una real? ¿Cómo aplicar justicia en vez de ley? Pues en demasiadas ocasiones, incluidas las democracias occidentales, ambas no van unidas. Demasiadas incógnitas que hacen del futuro que se avecina a corto y medio plazo, un lugar muy incierto. 
 
No es un tema baladí que solo existe en la mente de cineastas, escritores o conspiranoicos, en Abril  de este año se llevó a cabo en Ginebra la segunda reunión informal de expertos convocada por miembros de la Convención sobre Armas Convencionales (CCW) de la ONU con la finalidad de prohibir el desarrollo de los denominados LAWS (Sistemas de Armas Autónomos Letales). Esto nos da una idea de lo cerca que estamos de ese futuro y de que ya está más cerca de la realidad que de la ciencia ficción.
 
La ciencia y la tecnología siguen avanzando sin detenerse, a veces demasiado deprisa y sin darnos tiempo a reflexionar sobre las consecuencias de la misma. Es cierto que como la mayoría de las culturas milenarias llevan diciendo, todo tiene una doble vertiente: el bien y el mal, el Ying y el Yang, positivo o negativo... como prefiráis, la ciencia no es menos. Es una línea roja que no debemos atravesar, el ser humano ha demostrado (y sigue haciéndolo) que no está preparado a nivel mental y de conciencia para darles un buen uso.
 
Pero aunque así fuera, que nos olvidáramos de las aplicaciones bélicas, hemos de pararnos y reflexionar sobre las consecuencias del desarrollo de las IA, pues van a ser una gran revolución humana y social, tanto como la revolución industrial en el siglo XIX. Incluso las aplicaciones positivas de la robótica inteligente pueden traer graves consecuencias para el modelo social que hemos construido.  Se producirá resistencia y desordenes, tal y como se produjo hace dos siglos cuando aparecieron los primeros telares y máquinas de vapor que sustituyeron a miles de trabajadores. Se volverá a producir una dura resistencia al cambio y sabotajes contra las nuevas máquinas, esta vez por parte de los modernos hackers. Curioso el origen de la palabra sabotaje, que proviene del vocablo francés: sabotage, que a su vez viene de la palabra sabot: zueco de madera, que usaban los antiguos empleados de las fábricas en el XIX para insertarlos entre los engranajes de las nuevas máquinas y así inutilizarlas e impedir que los despidiesen. Sinceramente creo que tras 8.000 años del mismo modelo de civilización, estamos en la antesala de su fin, depende de nosotros que lo que venga sea mejor o peor para el ser humano. Pero esa reflexión ya será en el siguiente artículo.


 

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